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Viernes 17 de Enero de 2020

CIUDAD

GPS. La geometría de Buenos Aires Clarín

Por Judith Savloff
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La Ciudad de Buenos Aires cuenta con celebridades de sello Art Déco. Las cinco naves de hormigón del ex Mercado del Abasto (1934, Corrientes al 3200), hoy shopping Abasto. O el Kavanagh (1936, Florida 1065), de 120 metros de altura, una torre hecha de encastres geométricos, a la que la Unesco declaró en 1999 Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad. Porteños de postal.

Sin embargo, en “Buenos Aires, la reina moderna”, hay obras con esa impronta, menos difundidas, que vale la pena explorar. Las hay incluso creadas por los mismos arquitectos que diseñaron esos y otros clásicos.
El Kavanagh fue construido por el estudio Sánchez, Lagos y de la Torre, que en 1931 había diseñado el edificio de oficinas de Córdoba 791 (y Libertad). En este trabajo frente a Plaza Lavalle imperan las rectas desnudas, tanto en la estructura que lo corona -donde asoman los volúmenes escalonados que deslumbrarían en, justamente, el Kavanagh- como en los marcos de los portales y de las ventanas, para decorar sin recargar.

Expertos de Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) señalan además que, con “sucesivos retiros del cuerpo central hacia una torre apenas sugerida”, la construcción se acomoda a una manzana donde cemento y verde permiten abrir un hueco para que entre el cielo. Y apuntan que, de ese modo, también “prefigura el esfuezo del Kavanagh por relacionar plaza -San Martín, en este caso-, barranca, río y ciudad”. En 1932 su fachada fue premiada por la entonces municipalidad.

El arquitecto argentino Alejandro Virasoro (1892-1978) fue pionero del Art Déco local. “Si un hombre rico quiere un lujoso vehículo, comprará no una carroza de las del tiempo de Luis XIV, si no un automóvil, el más moderno (…) Pero el mismo hombre rico, si quiere construirse una mansión, va a concertar con su arquitecto un palacio versallesco o un castillo gótico o un alcázar morisco; y en ningún momento se le ocurrirá pensar si esto no es tan ridículo como viajar en una carroza o cazar bestias con jabalina”, escribió en “Tropiezos y dificultades al progreso de las Artes Nuevas, en la Revista de Arquitectura de marzo de 1926”, un artículo que se leyó como manifiesto para explicar, en parte, la transformación de Buenos Aires en metrópolis del siglo XX.

Virasoro marcó a Capital con la cúpula más esbelta del conjunto mágico de Florida y Diagonal Norte: la de la ex sede de la empresa de seguros La Equitativa del Plata (1929) que contrasta con las tres neoclásicas, redonditas, que coronan los dos edificios Bencich (1927 y 28) y la de tejas color ladrillo y profusa decoración hispana del Ex Banco de Boston (1924). Y la marcó con la pirámide que remata en un cubo sobre el que están representadas máscaras rígidas de la comedia y el drama, en la sede de la Casa del Teatro (1928, Santa Fe 1243). Pero Virasoro también se hizo una casa en 1925 y un estudio al lado en Agüero 2038 y 2024, respectivamente, y construyó una vivienda colectiva en Libertador 2654.

Y Francisco Salamone (1897-1959), quien entre 1936 y 1940 pobló con más de 60 obras monumentales, de hormigón y facetas filosas, unos 25 municipios de la Provincia de Buenos Aires -desde municipalidades hasta cementerios, y mataderos-, dejó una huella -más convencional que aquellos trabajos- en Ayacucho 2012 (y Alvear).

Como contó Clarín en otra nota GPS, el Art Déco fue un hijo fiel de la era de Revolución Industrial y sus máquinas. Un movimiento en el que imperaron la funcionalidad, las novedades técnicas –desde el dinamismo de los aviones hasta la versatilidad del hormigón (en comparación con los bloques compactos de las columnas de la antigua Grecia, claro)–, además de la pasión por la geometría.

Aunque se emparenta con el constructivismo ruso o la escuela Bauhaus alemana, nació en Francia entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, cuando ya casi no quedaban certezas. Ni mandatos rancios. Pero llegó a Buenos Aires, sobre todo, desde Estados Unidos, con rascacielos soñados –la cúpula del Chrysler (1928-30), en Manhattan, es de cuento– y películas de Hollywood entre los principales modelos. Y fue desplazando al Art Nouveau, donde se destacan la sensualidad y las curvas, sin descartar los relieves de hojas y flores, en clave austera, para dar calidez.

El énfasis del Art Déco en la utilidad hizo que se extendiera rápido, entre rubros y por los barrios. Por eso, está en casas y en bancos, mercados, universidades y teatros. Y como se usó hasta la década de 1950 no es raro cruzarse con guardas de triángulos en fachadas de localcitos y de viviendas sin prosapia.

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